13 de Noviembre, 2019 | Comunicación Social | Monseñor Luis Felipe Sánchez Aponte
En todo el mundo somos conscientes de la dramática situación de destrucción que afecta a la Amazonía. Este desastre ecológico puede significar la desaparición del territorio y de sus habitantes. La zona amazónica, lo ha dicho el Sínodo, es el mismo corazón biológico de la tierra que provee el 20% del oxígeno del mundo. Puede colapsar en 50 años si se continúa la deforestación, desapareciendo el bioma amazónico con impacto catastrófico para el conjunto del planeta. La respuesta del Sínodo es la realización de un nuevo paradigma de ecología integral para el cuidado de la casa común y la defensa de la Amazonía. De igual manera, la transición energética radical a energías limpias que no destruyan la civilización.
Más importante aún es la escucha del Espíritu para discernir nuevos caminos de presencia evangelizadora en la Amazonía. Como discípulos misioneros estamos llamados primero que todo a una conversión personal y comunitaria que nos comprometa a relacionarnos armónicamente con la obra creadora de Dios. Conversión que nos lleve a ser una Iglesia en salida y que llegue al corazón de todos los pueblos amazónicos.
Guiados por la fuerza del Espíritu y en calidad de discípulos misioneros estamos llamados a salir al encuentro de los pueblos indígenas que viven en la selva. El anuncio de Jesucristo y la centralidad de la Palabra van tejiendo y formando comunidades a fin de ir descubriendo carismas, la participación ministerial de los laicos y la promoción de vocaciones nativas que continúen la obra misionera con evangelizadores propios de la región amazónica.
El reto es trabajar por una Iglesia con rostro amazónico. La propuesta evangelizadora ha de partir del corazón mismo de las comunidades indígenas, teniendo en cuenta el marco de una pastoral indígena y de la tierra. Esto implica establecer organismos diocesanos de pastoral indígena con una acción misionera renovada que escuche, dialogue, que esté encarnada y que haga presencia permanente.
La acción pastoral se sustenta en una espiritualidad que se basa en la escucha de la Palabra de Dios y el grito de su pueblo para después anunciar con espíritu profético la Buena Nueva de Salvación. Sólo una Iglesia misionera e inculturada hará crecer comunidades autóctonas con rostro y corazón amazónicos, enraizadas en las culturas y las tradiciones propias de los pueblos indígenas.
El sínodo coloca la Misión en la Amazonía bajo el Amparo de María, la Madre de la Amazonía a fin de que la vida plena que Jesús vino a traer al mundo llegue también a todos los Pueblos Amazónicos.
+Luis Felipe Sánchez Aponte
Obispo de Chiquinquirá
Fuente: www.diocesisdechiquinquira.org
Imagen tomada de: www.dw.com