LA CORRUPCIÓN: UN OBSTÁCULO PARA LA PAZ
Las noticias sobre hechos de corrupción tienen escandalizado al pueblo colombiano. La corrupción es el resultado de la pérdida de valores fundamentales; es el interés declarado del interés personal sobre el bien común. La corrupción nos está tocando en todos los niveles, no sólo en el campo económico, sino también en lo político, social y cultural. Este es un mal contagioso, que se agrava con la impunidad; es un cáncer que ataca el bien común. “Nunca desde la época de la Conquista Española, las naciones en desarrollo había visto un saqueo tan drástico de sus riquezas como el que ocurre actualmente por culpa de la corrupción” (Zucman). La corrupción ha sido considerado el peor de los males de la vida política de cualquier país y del sistema político en general (Dumas). La corrupción es un problema actual y urgente. Colombia es un país en el que la corrupción juega un papel importante en el desarrollo de la vida nacional y que sucede en varios niveles: desde la experiencia individual en la calle del ciudadano “de a pie” que paga sobornos, hasta altos funcionarios del Estado.
Los costos sociales más grandes que tiene que pagar la sociedad colombiana con el problema de la corrupción están ligados a los sectores de la salud pública y educación. La corrupción es la responsable de la pobreza en Colombia. Colombia figura como un país “altamente corrupto”. A pesar del fuerte marco jurídico, las sanciones que se han logrado por delitos contra la administración pública, la mitad de los implicados no paga cárcel y el 25% logra que le den casa por cárcel. Es más inquietante aún que en el país se convive con la posibilidad de dar dádivas a cambio de evadir un requisito aduanero y con la práctica ilegal de buscar agilizar trámites corporativos a cambio de dar dinero. La corrupción es uno de los principales obstáculos para la construcción de la paz y que todos debemos afrontar desde la familia y la Escuela, por cuanto debilita la legitimidad y efectividad del Estado dificultando la justa distribución de los bienes y recursos, minando su capacidad para manejar y resolver conflictos e incluso sirviendo de catalizador para la generación de nuevos enfrentamientos con quienes ven cualquier intento de paz como una amenaza al orden social y político corrupto del que sacaron beneficios durante la guerra o con quienes ocupan los espacios que han dejado los actores armados para desarrollar sus actividades ilegales ( Hurwitz ).
Los sectores más desfavorecidos claman por una solución inmediata a esta grave problemática que frena un proceso de paz, toda vez que, la paz se construye con justicia social. Recogemos y sumamos nuestra voz al clamor de nuestros campesinos para que se tomen medidas efectivas para frenar la corrupción, se establezcan los castigos y se prevenga de manera eficiente este flagelo. En las comunidades más alejadas del país y en las zonas con mayor impacto de la corrupción constatamos que la mayor parte de la población no tiene acceso a los servicios básicos de salud o reciben una atención muy precaria. Pese a esta dura realidad, sigamos mirando con Esperanza los pasos que se están dando para la paz. La paz sólo será una realidad en Colombia si es fruto de la Verdad, de la Libertad, la solidaridad y la justicia social. Empeñémonos seriamente en procesos de reconciliación: “dejémonos reconciliar por Dios”. ( 2 Cor 5,20). Nunca perdamos el entusiasmo. Acojamos la reciente invitación del Papa Francisco: “comprometámonos con nuestra oración y acción, a construir comunidades no violentas. Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la Paz”.
“La corrupción es la gangrena de un Pueblo” (Francisco)
+ LUIS FELIPE SÁNCHEZ APONTE
OBISPO DE LA DIOCESIS DE CHIQUINQUIRÁ