14 de diciembre de 2020 | Delegado de Comunicaciones | La Ecuaristía nos da fuerza y valor en entos momenos dífíciles.
El parlamento australiano de Queensland aprobó esta semana una controvertida ley que requiere que los sacerdotes católicos revelen secretos de confesión relacionados con el abuso sexual. Si no cumplen, enfrentarían una pena de hasta tres años de prisión.
La legislación forma parte de algunas medidas propuestas por la “Comisión Real de Respuesta Institucional al Abuso Sexual Infantil” y es válida para cada confesión a partir de ahora, aunque se denuncien delitos cometidos anteriormente.
El arzobispo de Brisbane, el arzobispo Mark Coleridge, protestó contra la ley en un documento formal, alegando que la medida elimina la libertad religiosa de las personas y hace a los sacerdotes “menos servidores de Dios que agentes del estado”. También dijo que se basa en “un conocimiento precario de cómo funciona realmente el sacramento en la práctica” .
El 4 de septiembre que los obispos están “dispuestos a apoyar el diálogo actual sobre políticas, prácticas y protocolos que aseguren que los niños y otras personas en riesgo estén seguros en nuestras comunidades. Esto está en el espíritu de las observaciones que se han publicado”.
A principios de diciembre de 2019, el obispo Coleridge, destacó que apoya cualquier medida para proteger a los menores. Pero consideró que poner fin al secreto de la confesión no sería útil en estos casos. “Los abusadores no buscarían la confesión si supieran que sus crímenes serán denunciados“, aclaró.
En su opinión, sería “contraproducente porque se perdería la oportunidad extraordinaria que tiene un sacerdote para aconsejar a los abusadores que se entreguen y cambien de vida”.
El Catecismo de la Iglesia Católica explica que “dada la delicadeza y grandeza de este ministerio y el respeto debido a las personas, la Iglesia declara que todo sacerdote que oye confesiones está obligado a guardar absoluto secreto sobre los pecados que sus penitentes le confesaron, bajo sanciones muy severas.
Tampoco puede utilizar el conocimiento que le da la confesión sobre la vida de los penitentes. Este secreto, que no admite excepciones, se denomina ‘secreto sacramental’, porque lo que el penitente manifiesta al sacerdote está ‘sellado’ por el sacramento”(CIC 1467).
Además, el Canon 1388 establece que “el confesor que viole directamente el secreto sacramental, incurre en excomunión latae sententiae (automática), reservada a la Sede Apostólica”.
Algunos sacerdotes y obispos australianos ya han declarado que están dispuestos a ir a prisión para permanecer fieles a la enseñanza de la Iglesia.
Fuente: ChurchPop