Nuestro camino cuaresmal está llegando a su fin. En la Palabra de Dios, Jesús nos anuncia que ha llegado el momento y la necesidad de ser elevado al Padre. Jesús ha sido fiel a Dios. La llegada de su hora para ir al Padre agita su alma. Jesús tiene que enfrentar la cruz. Jesús llora y se estremece ante la perspectiva de la muerte. Afronta la muerte como todo ser humano. Se presenta débil, frágil, tembloroso, como somos los seres humanos.
Jesús hace una comparación con la semilla que muere para dar nueva vida. Él es como el grano que debe morir para que dé fruto. Su fruto es el servicio y el que quiera servir a Jesús ha de morir el pecado para vivir una vida nueva y servir a los demás para así dar gloria al Padre.
Como discípulos de Jesús no pasemos por este mundo pensando sólo en nosotros mismos, en nuestra comodidad en nuestros intereses personales. Estamos llamados a dar vida, a servir a los demás con alegría, sobre todo a los más débiles y necesitados. Gastemos y desgastemos nuestra vida al servicio de los Hermanos.
+Luis Felipe Sánchez Aponte
Obispo de la Diócesis de Chiquinquirá
Fuente: Diócesis de Chiquinquirá