El papa Francisco se dirige en una carta a los esposos y esposas del mundo con ocasión del Año Familia Amoris laetitia, en la que el pontífice se acerca a las familias para expresarles su “afecto y cercanía en este tiempo tan especial que estamos viviendo”.
En las primeras líneas del texto, Francisco les dice que siempre ha tenido presente a las familias en sus oraciones, y más aún durante la pandemia, especialmente a las más vulnerables que han sido objeto de una dura prueba durante la crisis sanitaria.
“El momento que estamos pasando me lleva a acercarme con humildad, cariño y acogida a cada persona, a cada matrimonio y a cada familia en las situaciones que estén experimentando”
El bien de la propia familia y de la sociedad
Después de destacar que este contexto particular “invita a hacer vida las palabras con las que el Señor llama a Abraham a salir de su patria y de la casa de su padre hacia una tierra desconocida que Él mismo le mostrará”, Francisco afirma que todos “hemos vivido más que nunca la incertidumbre, la soledad, la pérdida de seres queridos y nos hemos visto impulsados a salir de nuestras seguridades, de nuestros espacios de control, de nuestras propias maneras de hacer las cosas, de nuestras apetencias, para atender no sólo al bien de la propia familia, sino además al de la sociedad, que también depende de nuestros comportamientos personales”.
Mientras a partir de la fe cristiana el Santo Padre les recuerda que no están solos “ya que Dios está en nosotros, con nosotros y entre nosotros: en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo o estudio, en la ciudad que habitamos”. Y hace un paralelismo con la vida de Abraham, puesto que también los esposos salen de su tierra tal como lo implica el mismo noviazgo que conduce al matrimonio y a las distintas situaciones de la vida.
Dirigiéndose a los esposos y especialmente a los jóvenes, el Papa escribe que sus hijos “los observan con atención” y buscan en ellos “el testimonio de un amor fuerte y confiable”.
“Los hijos son un regalo, siempre, cambian la historia de cada familia. Están sedientos de amor, de reconocimiento, de estima y de confianza. La paternidad y la maternidad los llaman a ser generativos para dar a sus hijos el gozo de descubrirse hijos de Dios, hijos de un Padre que ya desde el primer instante los ha amado tiernamente y los lleva de la mano cada día”
Los matrimonios deben ‘primerear’ en sus comunidades
Después de diversas recomendaciones inherentes al ámbito de la educación, el Papa les dice que “tienen la misión de transformar la sociedad con su presencia en el mundo del trabajo y hacer que se tengan en cuenta las necesidades de las familias”. Por otra parte, en opinión del Pontífice, “los matrimonios deben ‘primerear’ dentro de la comunidad parroquial y diocesana con sus iniciativas y su creatividad, buscando la complementariedad de los carismas y vocaciones como expresión de la comunión eclesial”.
“Por tanto, los exhorto, queridos esposos, a participar en la Iglesia, especialmente en la pastoral familiar. Porque ‘la corresponsabilidad en la misión llama […] a los matrimonios y a los ministros ordenados, especialmente a los obispos, a cooperar de manera fecunda en el cuidado y la custodia de las Iglesias domésticas”
Tras afirmar que “el matrimonio es realmente un proyecto de construcción de la ‘cultura del encuentro’, tal como él mismo lo ha escrito en su encíclica Fratelli tutti, Francisco dice a las familias que “tienen el desafío de tender puentes entre las generaciones para la transmisión de los valores que conforman la humanidad”. Y no duda en añadir que: "Se necesita una nueva creatividad para expresar en los desafíos actuales los valores que nos constituyen como pueblo en nuestras sociedades y en la Iglesia, Pueblo de Dios".
A la vez que no olvida que “la vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto, pero seguro por la realidad del sacramento. en un mar a veces agitado”, de manera que el Santo Padre comprende si a veces, como los apóstoles, sienten ganas de gritar: “¡Maestro! ¿No te importa que perezcamos?”.
“No olvidemos que a través del sacramento del matrimonio Jesús está presente en esa barca. Él se preocupa por ustedes, permanece con ustedes en todo momento en el vaivén de la barca agitada por el mar”
El Papa manifiesta la importancia de “que juntos mantengan la mirada fija en Jesús”, puesto que “sólo así encontrarán la paz, superarán los conflictos y encontrarán soluciones a muchos de sus problemas”.
“Sólo abandonándose en las manos del Señor podrán vivir lo que parece imposible. El camino es reconocer la propia fragilidad y la impotencia que experimentan ante tantas situaciones que los rodean, pero al mismo tiempo tener la certeza de que de ese modo la fuerza de Cristo se manifiesta en su debilidad”
A la luz de diversos pasajes bíblicos, el Papa aprovecha para reflexionar sobre algunas dificultades y oportunidades que han vivido las familias en este tiempo de pandemia, destacando una serie de oportunidades. Y les recuerda cuanto escribió en Amoris laetitia retomando el himno paulino de la caridad. De ahí su invitación a pedir el don del amor a la Sagrada Familia, releyendo “el elogio de la caridad para que sea ella la que inspire sus decisiones y acciones”.
Permiso, gracias, perdón
El Papa también les pide a las familias que guarden en su corazón el consejo a los novios que expresó con las tres palabras: “permiso, gracias, perdón”. Y los anima a no avergonzarse “de arrodillarse juntos ante Jesús en la Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para arrancarle una sonrisa cómplice”.
Sin olvidar que “para algunos matrimonios la convivencia a la que se han visto forzados durante la cuarentena ha sido especialmente difícil”, el Papa manifiesta que “los problemas que ya existían se agravaron, generando conflictos que muchas veces se han vuelto casi insoportables”, por lo que les expresa su cercanía y afecto comprensivo.
También aborda el dolor de la ruptura de una relación conyugal y la falta de entendimiento. Aun así, Francisco les pide que “no dejen de buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse”. Por esta razón les recuerda que “el perdón sana toda herida” y que “perdonarse mutuamente es el resultado de una decisión interior que madura en la oración”.
“Nuestro amor humano es débil, necesita de la fuerza del amor fiel de Jesús. Con Él pueden de veras construir la ‘casa sobre la roca’”
A este propósito, el pontífice se dirige a los jóvenes que se preparan al matrimonio, para decirles que “si antes de la pandemia para los novios era difícil proyectar un futuro cuando era arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta aún más la situación de incerteza laboral”. Por esta razón escribe: “Invito a los novios a no desanimarse, a tener la ‘valentía creativa’ que tuvo san José, cuya memoria he querido honrar en este Año dedicado a él. Así también ustedes, cuando se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confíen siempre en la Providencia, ya que ‘a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener’”
Un saludo especial a los abuelos y a las abuelas
Antes de despedirse, Francisco envía un saludo especial a los abuelos y a las abuelas “que durante el tiempo de aislamiento se vieron privados de ver y estar con sus nietos, a las personas mayores que sufrieron de manera aún más radical la soledad”. Y no duda en reafirmar un concepto ya expresado en diversas ocasiones:
“La familia no puede prescindir de los abuelos, ellos son la memoria viviente de la humanidad, ‘esta memoria puede ayudar a construir un mundo más humano, más acogedor’”
Con el deseo de que “San José inspire en todas las familias la valentía creativa, tan necesaria en este cambio de época que estamos viviendo”, y que “Nuestra Señora acompañe en sus matrimonios la gestación de la ‘cultura del encuentro’, tan urgente para superar las adversidades y oposiciones que oscurecen nuestro tiempo”, Francisco les dice que: “Los numerosos desafíos no pueden robar el gozo de quienes saben que están caminando con el Señor. Vivan intensamente su vocación. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros”.
El Papa se despide “con cariño animándolos a seguir viviendo la misión que Jesús” les ha encomendado, :perseverando en la oración” y pidiéndoles que “por favor, no se olviden de rezar” por él, tal como él mismo lo hace “todos los días” por los esposos y sus familias.
Fuente: www.cec.org.co