Hoy celebramos la fiesta de la presencia real de Cristo en las especies eucarísticas: su precioso Cuerpo, alimento de eternidad y su preciosa sangre derramada en la cruz que ha limpiado los pecados del mundo.
Esta Celebración es una invitación a vivir tres actitudes:
- Reunirnos alrededor del altar para sentirnos una sola comunidad en su presencia. El altar es una invitación a reunirnos como una familia, una comunidad de fe, esperanza y amor. Vivamos como familia de Dios el sacrificio de la comunión, la fraternidad y la unidad.
- Caminar juntos con el Señor durante la procesión. La procesión del día de hoy nos invita a dar un paso adelante en el camino de nuestra vida con la fuerza que nos da el Pan de Vida. Así, lo experimentó el Pueblo de Dios en el desierto a quien Dios lo alimentó con el maná y sació la sed con agua salida de la roca.
- Arrodillarse ante Él en actitud de adoración. Es un acto de profesión de fe. Nos arrodillamos porque creemos que en Él está presente el único Dios verdadero. Nos arrodillamos ante Dios porque primero Él se ha inclinado hacia la humanidad para lavar nuestros pies como lo hizo con los discípulos.
Que el Centro de la vida cristiana que nos convoca a la unidad sea Jesús presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
“¡Oh sacramento admirable, signo de unidad y vínculo de caridad”. ( Sn Agustín).