19 de octubre, 2021 | Administrador |
PALABRAS DEL SANTO PADRE
“Bartimeo no es un personaje anónimo, tiene un rostro, un nombre: Bartimeo, es decir, «hijo de Timeo». Un día oye que Jesús pasaría por allí. Efectivamente, Jericó era una cruce de caminos de personas, continuamente atravesada por peregrinos y mercaderes. Entonces Bartimeo se pone a la espera: hará todo lo posible para encontrar a Jesús. [...] Bartimeo es un hombre perseverante. Alrededor de él había gente que explicaba que implorar era inútil, que era un vocear sin respuesta, que era ruido que molestaba y basta, que por favor dejase de gritar: pero él no se quedó callado. Y al final consiguió lo que quería. La fe, como hemos visto en Bartimeo, es un grito; la no fe es sofocar ese grito. Más fuerte que cualquier argumento en contra, en el corazón del hombre hay una voz que grita e invoca. Todos tenemos esta voz dentro. Una voz que brota espontáneamente, sin que nadie la mande, una voz que se interroga sobre el sentido de nuestro camino aquí abajo, especialmente cuando nos encontramos en la oscuridad: «¡Jesús, ten compasión de mí! ¡Jesús, ten compasión de mi!». Hermosa oración, ésta”. AUDIENCIA GENERAL, 6 de mayo de 2020
Fuente: Vatican News